*En el antiguo barrio de la ciudad de Puebla, calculan que el frondoso árbol tiene al menos 90 años; y con sus 15 metros de altura, ha sido testigo de bodas, bautizos, ceremonias luctuosas, fiestas y hasta de las danzas de los huehues
Guadalupe Juárez
Puebla, Pue.- Nadie sabe quién lo sembró o el momento en el que brotó de la tierra, pero en Xonaca, a este fresno le guardan respeto, tanto que es el único árbol que se encuentra en medio de la calle y los automóviles deben de rodearlo para poder circular en la ciudad.
Los vecinos lo recuerdan ahí, en medio de la calle, desde que tienen memoria. Cuando aprendieron a andar en bicicleta, el árbol estaba ahí, cuando fueron a su primer día de escuela, el árbol estaba ahí, cuando uno de los barrios más antiguos de la ciudad desaparecía entre la mancha urbana, el árbol seguía ahí.
Calculan que tiene al menos 90 años, se encuentra firme y de pie en la calle 22 Oriente y 22 Norte, frente a la iglesia de La Candelaria. Ahora hay quienes esperan sea protegido por las autoridades, así como la fuente de los muñecos y la iglesia de Xonaca, considerados el patrimonio del barrio.
Mide 15 metros de altura, su copa tiene una extensión de hasta 21 metros y la circunferencia de su tronco es de 19.5 metros. La habitan aves, gusanos, mariposas y microorganismos, es uno de los pocos pulmones en medio del concreto.
Tiene un nombre científico, fraxinus uhdei, palabras difícil de recordar. Al lado permanece una placa con las características y la importancia del árbol que está a una década de cumplir un siglo.
Es la tarde de un día entre semana, el sol se oculta en el horizonte y por las ramas del fresno se escapan rayos de luz que iluminan las hojas del árbol y sus ramas, las cuales se ven casi de un color chocolate.
El viento sopla y apenas si las ramas se mueven, no se escucha el canto de aves, pero sí el de los claxons de automóviles que avanzan por la avenida principal, paralela a la calle en donde está el fresno.
Hay una mujer que pasea con su perro, un par de hombres que han salido de trabajar y se dirigen a sus casas, hay automovilistas que lo rodean a toda velocidad para salir del barrio y dirigirse al Centro Histórico, hay unidades del transporte público que pasan junto al fresno.
También hay quienes ignoran a su vecino de siempre, y sólo lo usan para darle sombra a sus automóviles cuando lo estacionan. Pocos se detienen a ver cómo sus ramas sostienen una frondosa copa, las ramas gruesas y un tronco inclinado ligeramente a la derecha.
Ha sido testigo de las bodas de quienes van a la iglesia de frente, de los bautizos que se celebran, de las ceremonias luctuosas en su interior, de las fiestas en el exterior, cuando los huehues danzan en las calles. El fresno, sigue ahí, fuerte, imponente.